Traducció al castellà del contes d'Espiral, de Manuel Baixauli

Nadie

Bajas a la playa porqué está desierta, pero cuando entras en el agua miras hacia el paseo marítimo y ves un hombre con silla de ruedas, que se acerca y  accede, por una rampa, a la arena. Es el primero. Un ciego guiado por un perro y un individuo con muletas comparecen seguidamente, protagonizando una viva discusión que  hace que los mires. Nadas, pero cada vez que miras ves más minusválidos, hasta el punto que una multitud chillona entierra el silencio que buscabas. Algunos entran en el agua y, a su manera, hacen ejercicio. Pronto es difícil encontrar un hueco en la arena. Examinas escrupulosamente la turba: "Soy el único sano", te dices. No te atreves ni a sumergirte ni a bracear a placer, entre gente que se esfuerza para flotar. Sales del agua, te sientas en la orilla, sobre la arena dura. "Pobres -te dices-, no hay ninguno al que de gusto mirar", y piensas que quizá te odien porqué tienes un cuerpo íntegro, bien proporcionado. "Seguro que alguno me admira", te dices, arrogante. Pero entre los que te rodean no percibes ni odio ni admiración, sino indiferencia. Te incorporas, circulas entre ellos, con cuidado para no pisar a nadie, esperando apreciar alguna reacción, aunque sea fugaz... Nada, ni una mirada, ni el más mínimo gesto. Para ellos, no eres nadie.