Dolido, ha salido de mi casa. Siempre que hablamos, acabamos igual: irritados, con caras largas, convencidos ambos de que padecemos la incomprensión del otro.
Una vez solo, he hecho autocrítica: he querido verlo desde su óptica. Y le he entendido. Sin duda, tiene razón.
Cuando he entrado en el baño él estaba ahí, dentro del espejo, mirándome.
2 comentaris:
Primera versión.
X. AJUSTE
Hace un rato, cuando Víctor ha salido de mi casa, estaba convencido de que éramos incompatibles. Siempre que iniciamos una conversación la acabamos igual: irritados, con cara larga, seguros los dos de haber sufrido la incomprensión del otro. Pero cuando me he quedado solo he decidido hacer un ejercicio de autocrítica: he intentado ver el asunto desde su óptica, y, al conseguirlo, le he entendido. He tenido que reconocer que él tenía razón, y que me he comportado como un estúpido. Sin embargo, yo no imaginaba que tal ejercicio fuera peligroso. Y ciertamente lo es. Lo he podido comprobar cuando he ido al baño y he encontrado a Víctor, mirándome, desde el espejo.
Ajá, en esta espiral nació Baixauli para mi (o quizá yo para él, quién sabe); me pareció un texto tan inquietante que, teniendo en cuenta mi manía con los espejos, con frecuencia lo recuerdo...
Por cierto, he leido una entrevista que le hicieron y me gusta este señor, decididamente.
Gracias por las espirales y, en definitiva, por todo lo que se tercie. Un beso.
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